Una noche que prometía más: el Dynamo cae 3-1 ante Kansas City en el cierre de un mes extenuante
(image via Rafael Rincon)
En Houston, el cielo estaba encapotado y el aire denso anunciaba tormenta. No de lluvia, sino de fútbol. El Shell Energy Stadium vibraba con las 17,852 almas que esperaban cerrar mayo con esperanza. Pero la noche, aunque comenzó con una obra de arte, terminó con una lección amarga.
El gol de Sebastian Kowalczyk, a los 13 minutos, fue poesía. Un disparo curvado desde el borde del área, el tipo de tiro que no se entrena, que nace del instinto, de la visión y del temple. Fue su primer gol del año, y merecía otro destino. Ondřej Lingr, siempre cerebral, fue quien asistió. Era un comienzo ideal. Una promesa.
Pero prometer no es cumplir.
Porque Houston, como ya le ha pasado otras veces esta temporada, no supo sostener la ventaja, aun jugando un fútbol muy superior al de su rival. Fue un equipo vertiginoso, generoso, incluso estético. Pero no fue eficaz. Y Kansas City, con menos, hizo más.
El golpe que cambió la noche llegó en el último suspiro del primer tiempo. Una pelota suelta, un descuido fugaz, y Dejan Joveljic no perdonó. Minuto 45+3. Un gol psicológico, de esos que pesan más de lo que valen. Y apenas comenzado el complemento, otra vez Joveljic, otro castigo: esta vez tras un rebote en el travesaño. Minuto 52. El 2-1 dolía porque el Dynamo parecía no merecerlo.
El equipo de Ben Olsen buscó por todos lados. Jack McGlynn, recién convocado por la USMNT, probó desde fuera. Ponce lo intentó con potencia. Dorsey desbordó con fiereza. Y Felipe Andrade, desde el fondo, casi se disfraza de héroe con dos cabezazos que rozaron el milagro.
Pero el tercer golpe fue definitivo. Santiago Muñoz, a los 88, selló la noche con un derechazo letal tras asistencia de Daniel Salloi. Fue el 3-1 final. Y aunque no reflejó lo que se vio en la cancha, sí evidenció lo que aún le falta al Dynamo: contundencia, concentración y colmillo.
Lo positivo fue el regreso de Lawrence Ennali. Ingresó en el 81, tras casi un año de ausencia. Sus primeros sprints bastaron para recordar por qué su ausencia dolió tanto. También debutó en casa Duane Holmes, otro nombre que promete futuro. Y en esa mezcla de juventud, talento y transiciones está el potencial de este equipo.
Ben Olsen, tras el partido, fue claro: “Puedo lidiar con el cansancio, pero no con la complacencia”. Y tiene razón. Porque mayo fue un mes maratónico, con nueve partidos y una escalada en la tabla. Pero el margen de error sigue siendo mínimo.
Kowalczyk lo resumió con la voz entrecortada: “Creo que fuimos mejores. Por eso duele más”.
Ahora llega el receso por la Fecha FIFA. Tiempo para respirar, corregir y recuperar. Y luego volver, el 14 de junio, frente a CF Montréal, otra vez en casa.
La historia del 2025 del Dynamo aún se está escribiendo. Y aunque este capítulo fue doloroso, todavía queda mucho por contar.