Desconectados y sin actitud: la noche en que el Dynamo se apagó en casa
(image via Diego Martinez)
La hinchada se cansó y tiene razón. En el fútbol, hay derrotas que duelen, y otras que pesan. La derrota del Houston Dynamo FC 3‑1 ante CF Montréal en casa no solo fue un golpe en el marcador: fue una alarma sonora. Porque más allá de los números, lo que quedó sobre el césped fue la sensación de un equipo perdido, sin ideas y, por momentos, sin sangre.
Sí, Montréal llegaba como último en la Conferencia Este, perdiendo 3 de los últimos 4 partidos. Pero desde el primer minuto, los canadienses mostraron algo que en Houston pareció escasear: actitud. Y en esta liga, donde los márgenes son estrechos, eso hace toda la diferencia.
Una historia escrita en 10 minutos
Hasta el minuto 30, el partido parecía abierto y de un trámite fácil. Mucha posesión de la pelota pero pocas chances. Ponce tuvo una clara de cabeza, Andrade casi sorprende con un disparo cruzado, y Kowalczyk puso a prueba al arquero rival. Pero todo cambió en apenas dos minutos fatales: Prince Owusu aprovechó errores defensivos imperdonables para marcar el 0-1 y luego el 0-2. El segundo, un cabezazo sin oposición en el corazón del área. Sin presión, sin marca, sin reacción.
Y eso es lo que más duele. Porque los goles rivales no fueron producto de genialidades, sino de la pasividad de un equipo que no mostró conexión entre líneas, ni intensidad, ni compromiso colectivo.
Cambios que dejan en evidencia
El segundo tiempo trajo caras nuevas… y verdades incómodas. Bassi, con una actuación desastrosa —incluido un intento de taco innecesario en mitad de cancha que derivó en el primer gol— dejó la cancha al 59’. Su reemplazo, Ennali, en media hora generó más peligro que él en todo el partido.
Lodeiro entró por Kowalczyk y de inmediato aportó claridad, asistiendo el único gol y dándole otra cara al equipo. Duane Holmes también sumó intensidad en pocos minutos, contrastando con un Urso lento y sin ideas.
Los suplentes hicieron más con menos. Y eso dice mucho.
Un equipo sin respuesta
¿Y ahora qué? ¿Hasta cuándo vamos a hablar de “errores puntuales”? ¿Hasta cuándo vamos a justificar actuaciones con un “no entró”? La realidad es que este equipo —al menos esta noche— mostró poco. Poco carácter. Poca ambición. Poca urgencia.
No es solo perder. Es cómo se pierde. Y esta vez, el Dynamo no compitió. Jugadores que deberían liderar lucieron desconectados. Otros, simplemente no estuvieron a la altura. Y cuando eso ocurre ante un equipo como Montréal —que ofreció muy poco futbolísticamente, pero con actitud—, el resultado es inevitable.
Lo que viene
El Dynamo viaja ahora a Minnesota, para enfrentar a los Loons el miércoles 25 de junio. Allí no solo se jugarán puntos: se juega la identidad. Porque si hay algo que esta afición exige —y merece— es un equipo que sude la camiseta, que defienda cada balón como si fuera el último y que no se rinda, aunque el marcador esté en contra.
El fútbol da revanchas. Pero hay que salir a buscarlas.