Houston Dynamo cae 3-1 ante Seattle en una noche de emociones, historia… y otra tarjeta roja
(image via Hector Garcia Govea)
La noche estaba hecha para soñar. El Shell Energy Stadium se vistió de fiesta para conmemorar los 20 años del Houston Dynamo, una institución que ha dejado huella en el fútbol estadounidense. Viejas glorias del club regresaron para saludar a la afición; hubo momentos de nostalgia, abrazos, fotos y una atmósfera de orgullo que se respiraba en cada rincón. Era el escenario ideal para una victoria.
Pero el fútbol, como la vida, a veces no sigue el guion.
El Dynamo saltó al campo con una defensa improvisada. Daniel Steres ocupó el lugar del suspendido Franco Escobar, mientras que Femi Awodesu y Ethan Bartlow se encargaron de la zaga central ante la ausencia del lesionado Erik Sviatchenko. Aun así, el equipo arrancó con personalidad. Jack McGlynn tuvo la primera ocasión clara apenas a los cinco minutos con un remate de zurda que atajó Frei. Luego fue Dorsey quien casi marca con un cabezazo tras un buen centro de Artur.
Pero a los 22’, Seattle golpeó primero. Un pase largo encontró mal parado al equipo y Paul Rothrock aprovechó para desbordar y centrar. La pelota, apenas desviada, llegó precisa para que Danny Musovski cabeceara a gol. Otra vez, el Dynamo abajo en casa.
Sin embargo, la respuesta fue inmediata. Diez minutos después, McGlynn —quien sigue creciendo partido a partido— ejecutó un tiro libre exquisito al segundo palo. Allí apareció Femi Awodesu, joven defensor con hambre de gloria, para cabecear de forma contundente. Golazo y 1-1. Primer gol en MLS. Euforia. Orgullo.
Pero ese mismo nombre quedaría marcado en el partido.
Minutos después del empate, Awodesu fue protagonista de una jugada muy polémica. Enfrentando a Musovski en el borde del área, cometió una falta que el árbitro Victor Rivas sancionó con tarjeta roja directa. El VAR revisó y anuló el penal, pero no modificó la expulsión. Houston quedaba con diez hombres. Una vez más, frente a Seattle, una roja cambiaba todo.
Ben Olsen ajustó al descanso, sacando a Bassi para reforzar el mediocampo con Pablo Ortiz, pero el plan se desmoronó rápidamente. Al minuto del segundo tiempo, Pedro de la Vega rompió líneas, desbordó por la banda izquierda y sirvió un pase atrás que Albert Rusnák convirtió en gol. 1-2. Gol de vestuario.
Y la estocada final llegaría poco después. Ryan Kent tejió una jugada individual en el área local, superó marcas y asistió a Rusnák para el tercero. Seattle, sin brillar, había sido implacable. Eficiencia pura. Houston, sin reacción, acusaba el golpe.
Pese a la inferioridad numérica, el Dynamo no bajó los brazos. Dorsey estuvo cerca de descontar con un cabezazo que Frei desvió en una gran atajada. Pero la historia ya estaba escrita.
Hubo algunos destellos positivos: Toyosi Olusanya hizo su debut oficial entrando en los últimos diez minutos, mostrando velocidad y decisión. También ingresó Felipe Andrade, marcando su primer partido en MLS luego de haber debutado en la US Open Cup días antes.
Pero el resultado final fue un 3-1 duro de digerir. Décima vez consecutiva que el Dynamo no logra vencer a Seattle. Una racha que pesa. Una rivalidad que se inclina siempre hacia el mismo lado.
Ben Olsen fue claro tras el partido: “Este equipo no se rinde. Pero cuando regalás dos goles rápidos y no podés pelear el partido, se hace cuesta arriba. Seguimos creyendo. Seguimos trabajando.”
Este miércoles, el calendario no da respiro: Houston recibe a Minnesota United. Un nuevo partido. Una nueva oportunidad.
La fiesta del aniversario dejó momentos para recordar. El partido, sin embargo, dejó lecciones para aprender. Porque en el fútbol, como en la vida, lo que importa no es solo cómo celebrás… sino cómo respondés cuando te derriban.