Houston Dynamo: La agonía de una temporada que se escurre entre las manos
(image via Houston Dynamo FC)
El fútbol tiene esa capacidad cruel de condensar en noventa minutos lo que ha sido toda una temporada. En Commerce City, bajo el aire frío de Colorado, el Houston Dynamo volvió a repetir la historia que lo persigue este año: esperanza, lucha, reacción… y un colapso en el último suspiro. El 2-1 contra Rapids no fue solo otra derrota más en el calendario; fue un espejo de lo que el 2025 ha significado para este equipo: promesas rotas, errores que pesan como cadenas y un futuro que se oscurece con cada jornada que pasa.
El guion de un drama anunciado
Todo parecía preparado para dar un golpe de autoridad. Con Jack McGlynn y Brooklyn Raines de vuelta tras la fecha FIFA y con lo que muchos consideraban el once más fuerte del año, el Dynamo se jugaba más que tres puntos: se jugaba la vida en la carrera por los playoffs. Pero la película tomó un rumbo sombrío desde el inicio.
Apenas al minuto 10, Cole Bassett rompió la paridad con un gol de tiro libre que silenció al Dynamo. La muralla defensiva se abrió y Jonathan Bond nada pudo hacer. Una vez más, el rival golpeaba temprano, obligando a Houston a remar contra la corriente.
Las chances aparecieron como destellos de una cinta que promete un giro triunfal: Ponce de cabeza en el 30’, Lingr con otra ocasión en el 58’, y el propio McGlynn rozando el poste en el 65’. Finalmente, al 68’, la esperanza: Ennali forzó una jugada heroica en la banda, centró con precisión quirúrgica y McGlynn empujó el empate. 1-1. El guion parecía encaminarse hacia un clímax positivo.
Pero el Dynamo 2025 no está hecho de finales felices. En el tiempo añadido, Bond sostuvo al equipo con atajadas que parecían milagrosas, pero en el minuto 96 llegó la daga final: un córner, una marca perdida, un desvío cruel y el cabezazo de Paxten Aaronson que selló la derrota. Como si fuera poco, Artur, el capitán, se marchó expulsado segundos antes del pitazo final, dejando al equipo no solo derrotado, sino también desarmado moralmente.
Las formas importan, y duelen
El Dynamo no perdió por falta de ocasiones. Perdió por lo que ha marcado toda esta temporada: fragilidad en los momentos clave, desconcentraciones que se pagan con goles y una incapacidad crónica de sostener resultados.
La estadística es despiadada: 8 victorias, 13 empates y 9 derrotas tras 30 partidos, un balance negativo en goles (39 a favor, 49 en contra) y un lugar en la tabla que tambalea cualquier sueño de playoffs. Este equipo necesita casi un milagro: ganar prácticamente todo lo que queda para poder colarse entre los clasificados.
La narrativa se repite: partidos en los que el Dynamo compite, crea, incluso domina por lapsos… pero no define. Y cuando no lo haces en MLS, lo pagas. Dos semanas consecutivas concediendo goles en tiempo de reposición son la firma de un equipo que aún no ha aprendido a cerrar capítulos.
Lo que queda en escena
El calendario no da respiro. Portland llega al Shell Energy Stadium el próximo sábado en un duelo que ya no es decisivo: es casi definitivo. Lo que se juega Houston no son solo puntos; se juega la credibilidad de un proyecto, la fe de una hinchada y el orgullo de no dejar que la temporada muera antes de tiempo.
Ben Olsen tiene ante sí un reto más psicológico que táctico: recomponer un vestuario herido, que carga con la certeza de que cada error puede costar la temporada. Jugadores como Ponce, McGlynn o Ennali han mostrado chispazos de liderazgo ofensivo, pero la pregunta es si el colectivo será capaz de sostenerlos.
Epílogo: entre la frustración y la memoria
Lo de Colorado fue un golpe que va más allá del marcador. Fue la constatación de que este Dynamo ha vivido más de promesas que de realidades, más de reacciones aisladas que de constancia. La temporada 2025 se encamina a quedar en la memoria como la de las oportunidades desperdiciadas, la de los goles encajados en los momentos más crueles, y la de un equipo que nunca supo terminar lo que empezó.
Quedan partidos, quedan matemáticas… y queda también la hinchada. Esa que sufre, que reclama, pero que aún sostiene la esperanza porque sabe que el fútbol es tan impredecible como cruel. El Houston Dynamo todavía puede escribir un giro inesperado, aunque el guion ya parezca escrito.
Creer, en este punto, es casi un acto de fe. Y en este deporte, a veces, la fe es lo último que muere.

