La última noche en el Shell: Houston Dynamo cae ante San Diego y se despide de los playoffs
(image via Houston Dynamo FC)
El aire en el Shell Energy Stadium tenía un peso distinto. No era solo un partido más; era la última esperanza encendida en una temporada que había exigido más corazón que recompensa. El Houston Dynamo llegó sabiendo que no podía fallar. La victoria de Dallas horas antes los había acorralado contra la pared: ganar o quedar fuera. Esa tensión se podía leer en los rostros, en las respiraciones entrecortadas, en la urgencia de cada pase.
El equipo de Ben Olsen arrancó con decisión. A los quince minutos, Felipe Andrade —el defensor convertido en goleador silencioso— empujó el balón al fondo de la red tras una secuencia caótica dentro del área. Fue el gol que encendió la ilusión, un destello que hizo creer, por unos instantes, que el guion de la temporada podía reescribirse.
El Dynamo dominó la primera parte con solidez, empujado por la energía de Artur y Urso en el mediocampo y las conexiones de Lingr por la banda. Pero, como tantas veces en 2025, la historia volvió a torcerse en los detalles. Al inicio del segundo tiempo, un penal confirmado por el VAR permitió a Anders Dreyer empatar el encuentro. Desde ahí, el partido se transformó en un espejo de la temporada: esfuerzo sin premio, intensidad sin equilibrio y un destino que se escapaba entre las manos.
La recta final fue una montaña rusa emocional. Luca De La Torre silenció el estadio al 85’, pero la respuesta de Houston llegó enseguida: Sergio Santos, con la urgencia de quien se niega a rendirse, aprovechó un error rival y marcó su primer gol con la camiseta naranja. 2-2. Vida, una vez más. Por un instante, el Shell Energy volvió a rugir.
Sin embargo, el fútbol —cruel como solo puede serlo en octubre— tenía escrito otro desenlace. Dreyer volvió a golpear al 89’, y Pellegrino, ya en tiempo añadido, selló el 4-2 final. El marcador no solo cerró un partido: clausuró una temporada de frustraciones, lesiones, suspensiones y oportunidades desperdiciadas. La eliminación era oficial.
Ben Olsen habló después con serenidad, consciente del peso del momento. Reconoció que el esfuerzo estuvo, pero no alcanzó. Que el camino a los playoffs no se pierde en una noche, sino en los pequeños desajustes que se acumulan durante meses. Artur, por su parte, resumió el sentimiento del vestuario: “No faltó hambre, faltó balance. Duele porque esta es nuestra vida.”
El Dynamo se despide así de la contienda con una certeza amarga pero necesaria: el talento existe, la entrega también, pero el futuro exigirá más precisión y menos azar. Porque cada caída deja una semilla, y cada final prepara un renacimiento.
El Shell Energy Stadium apagó sus luces una vez más, pero entre la tristeza y el silencio, algo quedó encendido. Quizás no fue el marcador ni la clasificación, sino el compromiso de volver a construir. Porque en Houston, la historia del Dynamo todavía tiene capítulos por escribir.

